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Overview

"El Oeste no era tan salvaje como la leyenda nos ha hecho creer. El mercado ofrec�a protecci�n y agencias de arbitraje que funcionaban con bastante eficacia, y que sustitu�an al gobierno total o parcialmente"
Terry L. Anderson y P. J. Hill

M�s de una vez hemos visto en la gran pantalla como una turba enfurecida de vecinos asaltaba la prisi�n de un pueblo americano en el lejano oeste para intentar sacar por la fuerza a un reo con el prop�sito de ahorcarlo. Frases como "�Hag�mosle un juicio justo y despu�s colgu�moslo!" o del estilo, han sido tan protagonistas no s�lo en los westerns sino tambi�n en las novelas y ensayos de la misma tem�tica, que poco a poco han ido creando un mito sobre la extrema violencia de una sociedad debido a la ausencia de instituciones gubernamentales. Si a ello le unimos algunos episodios violentos dignos de reproducir en la gran pantalla o en los circos (a pesar de que no representaban las caracter�sticas generales de la sociedad del Oeste americano) solo se estar� incrementando el mito de la anarqu�a como desorden violento y caos social.

La rapidez con la que se extend�an los ganaderos, agricultores o mineros a los territorios del Oeste era mucho mayor que la del sistema gubernamental americano. Y sin embargo, la producci�n y ejecuci�n de leyes se llevaba a cabo por parte de los particulares. Las leyes privadas se aplicaron a trav�s de los land clubs (o clubes de propietarios de tierras), las asociaciones de ganaderos, las caravanas que tantas veces hemos vistos en pel�culas atravesar las praderas de los desconocido, o las empresas y explotaciones mineras que se asentaban en las tierras californianas en busca de oro.

Los nuevos propietarios de las tierras fronterizas deb�an asociarse para procurarse la ley y para ello adoptaban sus propias constituciones seg�n las preferencias de los integrantes de estos clubes y dispon�an de sus propios jueces y oficiales que se encargar�an de llevar a cabo estas disposiciones. Los gastos del juicio corr�an a cargo del demandante y del demandado. Una manera de hacer cumplir las reglas que este tipo de asociaciones ciudadanas extra-legales (por estar fuera de la ley estatal) dispon�an era la de no comerciar ni relacionarse con aquellos que decid�an saltarse este tipo de convenciones.

Otro modo de resolver disputas y conflictos era a trav�s de sistemas de arbitraje, m�s r�pidos y neutrales que los juicios estatales: como suced�a en las caravanas, en donde f�cilmente surg�an conflictos y disputas y donde leyes propias se pactaban voluntariamente antes de salir hacia las praderas americanas. En estos casos encontramos las mismas cualidades y beneficios que actualmente. De hecho, las conclusiones a las que podr�amos llegar a trav�s de recientes
estudios bien podr�an ser las mismas que en el salvaje oeste: flexibilidad, participaci�n de las partes, irrevocabilidad de las sentencias, privacidad, grandes especialistas de prestigio (auctoritas en la materia)... y no es dif�cil pensar que en un futuro estos sistemas se perfeccionen y cobren mayor rapidez, sobre todo si tenemos en cuenta que m�s del 80% de las empresas internacionales prefieren este tipo de resoluci�n de conflictos al de los tribunales estatales de justicia.

Por tanto, lejos de ser una �poca y unos lugares en la que la ley de la selva imperaba, el lejano oeste americano da ejemplos siempre limitados (pues hab�a un trasfondo gubernamental) de c�mo los ciudadanos cobraban protagonismo y lograban organizarse para desarrollar leyes privadas guiadas por la costumbre, la competencia y la propiedad privada como base para dicha organizaci�n.

Product Details

BN ID: 2940150048140
Publisher: EDITORIAL INNISFREE
Publication date: 12/01/2014
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 237
File size: 3 MB
Language: Spanish
From the B&N Reads Blog

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