A sus veinte años, Alexandra Heminsley pasó más tiempo en el bar que en la búsqueda de la excelencia atlética. Cuando ella decidió correr a los treinta años, tenía grandes esperanzas de transformación física inmediata. Las historias de sus primeras carreras convierten la noción común de que todos somos "nacidos para correr" en su cabeza, y expone la verdad acerca de comenzar a correr: es inhumano. Correr en femenino cuenta la historia de cómo Alexandra llega más allá de la parte más cruel y cosecha las recompensas: no sólo las cosas obvias, como la pérdida de peso, la salud y una piel radiante, sino también la auto-confianza y placer diario inconmensurable, junto con un nuevo acercamiento a su padre, un corredor de maratón-y su hermano, con el que hace su primera carrera.