Paperback(Spanish-language Edition)
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Overview
Product Details
ISBN-13: | 9780060884291 |
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Publisher: | HarperCollins |
Publication date: | 10/18/2005 |
Series: | Crónicas de Narnia , #5 |
Edition description: | Spanish-language Edition |
Pages: | 320 |
Product dimensions: | 5.10(w) x 7.60(h) x 0.80(d) |
Language: | Spanish |
Age Range: | 9 - 12 Years |
About the Author
Clive Staples Lewis (1898-1963) fue uno de los intelectuales más importantes del siglo veinte y podría decirse que fue el escritor cristiano más influyente de su tiempo. Fue profesor particular de literatura inglesa y miembro de la junta de gobierno en la Universidad Oxford hasta 1954, cuando fue nombrado profesor de literatura medieval y renacentista en la Universidad Cambridge, cargo que desempeñó hasta que se jubiló. Sus contribuciones a la crítica literaria, literatura infantil, literatura fantástica y teología popular le trajeron fama y aclamación a nivel internacional. C. S. Lewis escribió más de treinta libros, lo cual le permitió alcanzar una enorme audiencia, y sus obras aún atraen a miles de nuevos lectores cada año. Sus más distinguidas y populares obras incluyen Las Crónicas de Narnia, Los Cuatro Amores, Cartas del Diablo a Su Sobrino y Mero Cristianismo.
Date of Birth:
November 29, 1898Date of Death:
November 22, 1963Place of Birth:
Belfast, Nothern IrelandPlace of Death:
Headington, EnglandEducation:
Oxford University 1917-1923; Elected fellow of Magdalen College, Oxford in 1925Website:
http://www.cslewisclassics.comRead an Excerpt
La Travesia del Viajero del Alba
By C. Lewis
HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2005 C. LewisAll right reserved.
ISBN: 0060884290
Capitulo Uno
El cuadro del dormitorio
Habia una vez un chico llamado Eustace Clarence Scrubb, y casi se merecia tal nombre. Sus padres lo llamaban Eustace Clarence y los profesores, Scrubb. No puedo decirte como se dirigian a el sus amigos porque no tenia. El, por su parte, no llamaba a su padre y a su madre «papa» y «mama», sino Harold y Alberta. Eran una familia muy progresista y moderna, y, ademas, eran vegetarianos, no fumaban ni bebian alcohol y llevaban ropa interior especial. En su casa habia muy pocos muebles y muy poca ropa en las camas; ademas, las ventanas estaban siempre abiertas.
A Eustace Clarence le gustaban los animales, en especial los escarabajos si estaban muertos y clavados con un alfiler en una cartulina; tambien le gustaban los libros si eran de divulgacion y te-nian fotografias de elevadores de grano o de ninos extranjeros gordos que hacian ejercicio en escuelas modelo.
Eustace Clarence sentia aversion por sus primos, los cuatro Pevensie: Peter, Susan, Edmund y Lucy; pero se alegro bastante al enterarse de que Edmund y Lucy irian a pasar con el una temporada. En lo mas profundo de su ser sentia una gran debilidad por mangonear e intimidar a la gente y, si bien era una criatura enclenque y menuda que no habria podido enfrentarse ni siquiera a Lucy, y mucho menos a Edmund, en una pelea, sabia que existian docenas de formas para hacer que la gente lo pasara mal si uno estaba en su propia casa y los demas solo de visita.
Ni Edmund ni Lucy querian ir a pasar una temporada con el tio Harold y la tia Alberta, pero no habia otro remedio. Su padre habia conseguido un trabajo como conferenciante en Estados Unidos durante dieciseis semanas aquel verano, y su madre iba a ir con el porque la pobre no habia disfrutado de unas autenticas vacaciones desde hacia diez anos. Peter estaba estudiando mucho para aprobar un examen y pasaria las vacaciones dando clases con el anciano profesor Kirke, en cuya casa los cuatro ninos habian disfrutado de maravillosas aventuras tiempo atras, en los anos de la guerra. Si el profesor hubiera seguido en su antigua vivienda los habria invitado a todos a quedarse con el; pero su situacion economica habia empeorado bastante desde entonces y vivia en una casa pequena con una unica habitacion de invitados. Como habria costado demasiado dinero llevar a los tres ninos restantes a Estados Unidos, solo habia podido ir Susan.
Susan era la mas bonita de la familia, en opinion de las personas mayores, y no demasiado buena en los estudios --aunque por lo demas muy madura para su edad-- y su madre dijo que «obtendria mucho mas del viaje a Estados Unidos que los mas pequenos». Edmund y Lucy intentaron no tomarse a mal la suerte de su hermana, pero resultaba espantoso tener que pasar las vacaciones de verano en casa de su tia.
--Pero es mucho peor para mi --dijo Edmund--, porque tu, al menos, tendras tu propia habitacion, y yo tendre que compartir el dormitorio con ese odioso Eustace.
El relato se inicia un tarde en que Edmund y Lucy habian conseguido pasar unos minutos preciosos los dos juntos. Y como es natural hablaban de Narnia, que era el nombre de su mundo particular y secreto. Supongo que casi todos nosotros poseemos un pais secreto, pero para la mayoria no es mas que un pais imaginario. Edmund y Lucy tenian mas suerte que otras personas en ese sentido, pues su mundo secreto era real y lo habian visitado ya en dos ocasiones; no jugando o en suenos sino en la realidad. Desde luego habian llegado alli mediante la magia, que es el unico modo de acceder a Narnia. Y en la misma Narnia se les habia hecho la promesa, o algo muy parecido a una promesa, de que regresarian algun dia. Puedes imaginar, por lo tanto, que hablaban largo y tendido sobre ello cada vez que tenian la oportunidad.
Estaban en la habitacion de Lucy, sentados en el borde de la cama y contemplando un cuadro situado en la pared opuesta. Era el unico cuadro de la casa que les gustaba. A tia Alberta no le gustaba nada --motivo por el que habia ido a parar a una pequena habitacion trasera del piso superior de la casa--, pero no podia deshacerse de el ya que habia sido un regalo de boda de una persona a la que no queria ofender.
Era la pintura de un barco; un barco que navegaba directo hacia el espectador. La proa era dorada y tenia la forma de la cabeza de un dragon con las fauces totalmente abiertas. Poseia un unico mastil y una vela cuadrada enorme de un intenso color purpura, y los costados de la nave--lo que uno podia ver de ellos donde terminaban las alas doradas del dragon-- eran verdes. El navio acababa de ascender a lo alto de una soberbia ola azul, cuya pendiente frontal descendia vertiginosamente hacia el observador, veteada de espuma y burbujas. Era evidente que el barco navegaba a toda vela con el viento a favor, y ligeramente escorado a babor. (A proposito, para poder leer este relato, y por si no lo sabias, sera mejor que recuerdes que el lado izquierdo de un barco cuando miras al frente se llama «babor» y el lado derecho, «estribor».) Toda la luz del sol caia sobre la nave desde babor y alli el agua estaba llena de tonos verdes y morados, mientras que en el otro lado era de un azul mas oscuro debido a la sombra que proyectaba la embarcacion.
--La cuestion es si no empeora las cosas contemplar un barco narniano cuando uno no puede ir a Narnia --dijo Edmund.
--Pero mirar es mejor que nada --repuso su hermana--. Y es una nave tan narniana...
--Todavia seguis con esa cancion? --inquirio Eustace Clarence, que habia estado escuchando al otro lado de la . . .
Continues...
Excerpted from La Travesia del Viajero del Alba by C. Lewis Copyright © 2005 by C. Lewis. Excerpted by permission.
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