En busca de Klingsor

En busca de Klingsor

by Jorge Volpi

Narrated by Ignacio Pulido

Unabridged — 19 hours, 52 minutes

En busca de Klingsor

En busca de Klingsor

by Jorge Volpi

Narrated by Ignacio Pulido

Unabridged — 19 hours, 52 minutes

Audiobook (Digital)

$25.99
FREE With a B&N Audiobooks Subscription | Cancel Anytime
$0.00

Free with a B&N Audiobooks Subscription | Cancel Anytime

START FREE TRIAL

Already Subscribed? 

Sign in to Your BN.com Account


Listen on the free Barnes & Noble NOOK app


Related collections and offers

FREE

with a B&N Audiobooks Subscription

Or Pay $25.99

Overview

El físico teórico Francis Bacon y el matemático Gustav Links deben buscar a Klingsor, un científico y consejero a quien Hitler ha encomendado el desarrollo de la bomba atómica.

Del reconocido escritor Jorge Volpi, autor de No será la Tierra y ganador del Premio Iberoamericano José Donoso por el conjunto de su obra.

Una novela fundamental que cuestiona a la ciencia; narración de suspense en donde se vuelve ominosa la sensación de perseguir a un fantasma; relato de una época y de un mundo que no hemos terminado de conocer: todo eso es esta obra, pero también mucho más.

¿Quién es Klingsor? Detrás de este nombre en clave se oculta un personaje siniestro, o quizá sólo una leyenda. Los datos disponibles indican que es un científico para quien son familiares la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad, las partículas subatómicas, la fisión, pero ante todo, que es consejero de Hitler y responsable de las estrategias científico-bélicas del Reich, entre ellas, desarrollar la bomba atómica. Su búsqueda le es encomendada a Francis Bacon, físico teórico al que la guerra hará dejar de perseguir resultados científicos para perseguir seres humanos. Lo asiste en sus pesquisas Gustav Links, matemático que participó en un atentado fallido contra el Führer.

Lo que ha dicho la crítica:

"Jorge Volpi parece estar en posesión de las llaves que abren todas las cajas fuertes de la curiosidad humana y de la carrera por la dominación del mundo. En busca de Klingsor es uno de los libros más intrigantes e inteligentes que he leído." -Edmund Wilson-

"Hay verdadera grandeza en esta visión apocalíptica de la realidad." -J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia.

"Narrar la extraordinaria historia de la física durante la primera mitad del siglo pasado, aquella que revolucionó nuestra imagen del mundo, de la relatividad a la mecánica cuántica, no parece una tarea simple para un escritor, incluso para uno excelente, si además trata de poner en escena a sus protagonistas. Sin embargo, el mexicano Jorge Volpi ha logradoesta empresa con gran habilidad, un notable rigor profesional y una rica documentación". -Franco Prattico, La Repubblica (Italia).


Product Details

BN ID: 2940177228532
Publisher: Penguin Random House Grupo Editorial
Publication date: 10/24/2019
Series: Contemporánea , #1
Edition description: Unabridged
Language: Spanish

Read an Excerpt


En busca de Klingsor

Novela



By Jorge Volpi
HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2008

Jorge Volpi
All right reserved.



ISBN: 9780061626722


Capítulo Uno

Leyes del movimiento narrativo

Ley I

Toda narración ha sido escrita por un narrador

Esta aseveración, que a primera vista parece no sólo tautológica sino decididamente estúpida, es más profunda de lo que se suele admitir. Durante años se nos ha hecho creer que cuando leemos una novela o un relato escritos en primera persona—sólo por poner un par de ejemplos aunque, desde luego, este libro no pertenece a ninguno de estos géneros—, nadie se encarga de llevarnos de la mano por los acertijos de la trama, sino que ésta, por arte de magia, se presenta ante nosotros como si fuera la vida misma. Mediante este procedimiento, se concibe la ilusión de que un libro es un mundo paralelo en el cual nos internamos por nuestra propia cuenta. Nada más falso. A mí siempre me ha parecido intolerable la mezquindad con la cual un escritor pretende esconderse detrás de sus palabras, como si nada de él se filtrase en sus oraciones o en sus verbos, aletargándonos con una dosis de supuesta objetividad. Seguramente no soy el primero en notar esta dolosa trampa, pero al menos quiero dejar constancia de mi desacuerdo con este escandaloso intento por parte de un autor de borrar las huellas de sucrimen.

Corolario I

Por las razones anteriormente expuestas, debo aclarar que yo—una persona de carne y hueso, idéntica a ustedes—soy el autor de estas páginas. ¿Y quién soy yo? Como se habrán dado cuenta al mirar la cubierta de este libro—si es que algún editor se ha tomado la molestia de publicarlo—, mi nombre es Gustav Links. ¿Qué más pueden saber hasta ahora? Olvídense de mí por un momento y vuelvan a echar un vistazo a la portada. Claro: este volumen ha sido terminado—que no escrito—en 1989. ¿Y qué más? Lo poco que hasta el momento he podido contar: que participé en el fallido complot contra Hitler del 20 de julio de 1944, que fui arrestado y procesado y que el fatum, al fin, me salvó de la muerte . . .

Espero, sin embargo, que no me crean tan arrogante como para narrar, de una vez por todas, mi vida entera. Nada más alejado de mi intención. Como han dejado dicho muchos otros antes que yo, no seré más que el guía que habrá de llevarlos a través de este relato: seré un Serenius, un Virgilio viejo y sordo que se compromete, desde ahora, a dirigir los pasos de sus lectores. Por obra de la suerte, de la fatalidad, de la historia, del azar, de Dios—pueden llamarle como quieran—, tuve que participar en los acontecimientos que expurgo. Puedo jurarlo: lo único que pretendo es que ustedes confíen en mí y, por tanto, no puedo engañarlos haciéndoles pensar que yo no he existido y que no he participado en lostrascendentales hechos que me dispongo a exponer.

Ley II

Todo narrador ofrece una verdad única

No sé si alguna vez hayan oído hablar de Erwin Schrödinger. Además de ser un gran físico—el descubridor de la mecánica ondulatoria—, una mente de primera y uno de los actores principales de esta historia, era una especie de don Juan escondido en el cuerpo de un enjuto maestro de escuela (ahora me atrevo a referirme a él con esta confianza, pero cuando lo conocí nunca me hubiese atrevido a dirigirme a él con esta familiaridad). Usaba unos anteojillos redondos de lo más simpáticos, y siempre estaba rodeado de mujeres hermosas, pero esto ahora no viene a cuento. Lo traigo a colación, desordenando la cronología, sólo por extrema necesidad. Aunque una idea semejante se les había ocurrido a los sofistas en la Grecia clásica, así como al escritor norteamericano Henry James en el siglo pasado, fue el buen Erwin quien sentó las bases científicas de una teoría de la verdad con la cual me siento particularmente satisfecho. Ahora no voy a explicarla con detalle, así que me limitaré a invocar una de sus consecuencias más inesperadas: yo soy lo que veo. ¿Qué quiere decir esto? Una perogrullada: que la verdad es relativa. Cada observador—no importa si contempla un electrón en movimiento o un universo entero—completa lo que Schrödinger llamó el «paquete de ondas» que proviene del ente observado. Al interactuar sujeto y objeto se produce una mezcolanza indefinible entre ambos que nos lleva a la nada asombrosa conclusión de que, en la práctica, cada cabeza es un mundo.

Corolario II

Las consecuencias de la afirmación anterior deben de parecer transparentes como una gota de rocío: se trata de una de las excusas más antiguas de que se tenga noticia. La verdad es mi verdad, y punto. Los «estados de onda» cuánticos que yo completo con mi acto de observación son únicos e inmutables, gracias a un montón de teorías que no me encargaré de revisar ahora—el principio de incertidumbre, la teoría de complementaridad, el principio de exclusión—, por lo cual nadie puede decir que tiene una verdad mejor que otra. De nuevo: al advertir todo esto, no quiero sino poner mis cartas sobre la mesa. Puedo resultar intolerable, falso, incluso embustero, pero no por voluntad propia sino por una ley física que no puedo sino obedecer. No tengo, entonces, por qué pedir disculpas.

Ley III

Todo narrador tiene un motivo para narrar

El problema de los axiomas es que siempre suenan tan insoportablemente obvios que muchas personas creen que pueden volverse matemáticas de la noche a la mañana. Qué remedio. En fin: si estamos de acuerdo con la Ley I, que afirma que cada texto tiene un autor, y con la Ley II, que indica que ese autor es dueño de una verdad exclusiva, esta nueva norma debe resultar aún más tediosa: si las cosas no salen de la nada, es porque alguien pretende que así sea. Sé que con el mundo no ocurre de este modo—por lo menos, no parece que pronto vayamos a saber por qué a alguien se le ocurrió crearlo—, pero yo no soy responsable de la incertidumbre que existe fuera de estas páginas. Debemos desterrar esa maldita tentación teológica que tienen los críticos literarios—y científicos, por cierto—, según la cual los textos son como versiones actualizadas de la Biblia. Ni un autor se parece a Dios—yo puedo asegurarlo—ni una página es una mala imitación del Arca de la Alianza o de los Evangelios. Y, por supuesto, los hombrecillos que aparecen bosquejados con tinta tampoco son criaturas similares a nosotros. Nuestro gusto por las metáforas puede meternos en grandes aprietos. A diferencia de lo que sucede con el universo—éste es el misterio de todos los misterios—, los libros siempre son escritos por algún motivo, por más mezquino que éste sea.



Continues...


Excerpted from En busca de Klingsor by Jorge Volpi Copyright © 2008 by Jorge Volpi. Excerpted by permission.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews